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martes, 25 de julio de 2017
LAS CORRIDAS DE TOROS, LAS CONTRADICCIONES DE LOS GRUPOS (ANIMALISTAS) Y LA SUPERVIVENCIA.
El parlamento Balear para las fiestas patronales de este año van a cambiar de estrategia, llamaran al bombero torero, a los forcados portugueses, Ahí no se mata al toro, ni le ponen banderillas (Aunque le rompan tres costillas en el envite al forcado y lo deje parapléjico, eso no importa, lo importante es que el toro no sufra). Y a este paso también llamaran al trompetista de la cabra, porque dicen que, de esa manera, si la cabra se cae del taburete sufre menos que el toro. Ya no hay puya ni banderillas ni estoque, solo muleta y capote. A lo mejor lo que quieren es que salga el torero con un abanico para sustituir a la muleta y unas castañuelas en lugar del estoque, para que el toro no se cabree, se sienta a gusto y a lo mejor le sale bailango. Tiene que ser de ganadería brava eso sí… pero tiene que salirte bailongo, que al compás de la trompeta se puede hacer muchas florituras para distraer al público. Hay toros que son unos verdaderos artistas cuando le ponen música. Ya nadie se acuerda de los gladiadores en la antigua Roma, ni nadie se rasgas las vestiduras, ni se escandaliza cuando dos tíos se rompen la cara a trompazo limpio encima de un ring ¿Hay no sufre nadie… me pregunto? ¿Dónde están los animalistas? Porque eso si que es una animalada y no protesta nadie, son seres humanos, destrozándose en una lucha inútil, bestial, de bárbaros, y los animalistas de eso no quieren saber nada, ni se quejan.
Perdonarme si doy la nota discordante en este tema: Tratare de argumentarlo.
Queremos ser más papista que el papa ¿Y la doble moral donde la dejamos?, donde la guardamos, queremos ser, los jueces de los jueces ¿Dónde están y donde guardan la hipocresía los salva-patrias, los salva- animales, los (animalistas) como se hacen llamar?
Yo no estoy a favor de que se maten a ningún animal, por una cuestión de ética, pero hay motivos colaterales que no podemos olvidar y que nos condicionan a todos en la convivencia diaria. El razonamiento no hay que perderlo de vista. ¿Alguien se ha pasado alguna vez en su vida por un matadero?.
¿Han visto como se matan a los cerdos cuando lo acuchillan y a la agonía que lo someten? Y escuchar como gruñen mientras se va desangrando durante unos minutos interminables. Nadie ha acudido a la matanza del cerdo en las casas de la sierra.
(Y en los mataderos cuando le aplican corriente alterna de 220 voltios con una pinza a modo de collarín en el cuello, los electrocutan prácticamente y lo dejan frito) peor que una silla eléctrica. o a las terneras saben alguien como las matan. Para las fiestas del cordero nadie repara en como acuchillan en el cuello a los corderos hasta que se desangran y eternizan su muerte. Son celebraciones antiquísimas, Bíblicas, de nuestros antepasados, que llevan siglos celebrándose, y estos listillos quieren solucionar la cuestión en tres días con una pancarta.
En la festividad del Ramadán, alguien ha presenciado como matan a los corderos con vistas a la meca, o a los pollos en las granjas, o las gallinas cuando le cortan el cuello y la cuelgan de un árbol con un alambre para que se desangren, porque dicen los entendidos que de esa manera la carne sabe mejor. Son prácticas que se llevan a cabo en el día a día.
Cuando compramos estas carnes alguien repara en estos detalles.
Quien es el guapo que me desafía y me demuestra a mí, que estos animales no sufren. Que no lo veamos presencialmente todos los días porque ya nos llegan elaborados en las grandes superficies, eso no significa que a la hora de matarlos no sufran. Si nos apoyamos en ese criterio y por esa regla de tres, nadie comería carnes, porque para comer carne hay que matar al animal, y si vamos a salvar a todos los animales que sufren apañados vamos.
La mayoría de nosotros tendríamos que hacernos vegetarianos. Ya me veo con el manjar encima de la mesa, la zanahoria cruda, el pimiento italiano, las acelgas cocidas y la lechuga romana con la cebolla y el tomate. Con esos conceptos de unos pocos nos obligarían al resto de los humanos a no probar la carne. Vamos que por el idealismo de unos pocos el resto nos veríamos si o si en la obligación de no comer carne y a ponernos del verdurismo hasta los mismísimos cojones.
Ya nos podemos ir olvidando de las carnes a la brasa, o a la parrilla en esos restaurantes de postín, que disfrutamos con la familia los fines de semana. O es que en esos momentos nuestras protestas la guardamos en el olvido de los justos, Ya no pensamos en el sufrimiento del animal ya no es obstaculo para saborear un buen plato de jamón de Jabugo. A que cuando lo estamos degustando no piensa nadie en lo que sufre el animal, a que no renunciamos a comérnoslos, solo nos acordamos de los problemas del animal cuando nos conviene o vamos a los toros.
Están dispuesto todos esos que protestan tanto, a renunciar al placer de comer una buena carne de ternera gallega, o un rabo de toro al vino tinto, o un buen chuletón de buey sentado frente a una chimenea con la familia en una tarde de domingo. Si están dispuestos, yo soy el primero que me pongo en la cabecera de la manifestación para protestar.
Hay que buscar un equilibrio, porque al vivir en una sociedad de consumo como la nuestra, tenemos que tragar con algunas cosas sí, o sí, nos guste o no. O de lo contrario tendríamos que irnos a vivir a una cueva o renunciar a muchas comodidades de las que disfrutamos. ¿Y yo me pregunto?, estaríamos dispuesto a renunciar a ellas, porque protestar es muy fácil. Defender el idealismo es muy fácil, ponerlo en práctica, ya no lo es tanto. Porque yo le pregunto también a esos que protestan tanto, estarían dispuesto a renunciar a la sociedad del bienestar, porque con todo pasa lo mismo, solo hay que extrapolar los datos a otros dominios de la sociedad.
Seriáis capaz de pasar sin la luz en casa, o de una ducha de agua caliente, o del coche, o ver la tele, o quedarnos sin el móvil. Seguiría así y la lista sería interminable. No veamos solo la parte oscura de las cosas. ¡Un poco más de equilibrio en nuestras protestas por favor!, razonemos con más inteligencia y seamos prudentes en nuestros manifiestos. Yo vería bien todas esas protestas y estaría encantado de ponerme al frente, a la cabecera de la pancarta, cuando todos estos conceptos se puedan aplicar por igual a las otras situaciones, pero eso sería imposible porque iría en contra de nosotros mismos. Queramos, o no, pertenecemos a la sociedad del bienestar y del acomodo, no renunciaríamos a nada, somos la generación del asfalto, por mucho que lo queramos disimular o embarnizar. Pensemos un poco. ¿Alguien de este siglo, con sus facultades en condiciones plenas, se iría a vivir a una cueva y no estar loco?
Pues ahí está la respuesta de los toros.
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